Compartimos estas reflexiones sobre la situación de Haiti, solidarizándonos a través de la oración con este pueblo tan martirizado por la violencia y la pobreza.
Realmente, lo que está viviendo Haití nos mantiene en un clima de gran preocupación. En este mes de septiembre, la oposición salió a las calles en manifestaciones violentas que han paralizado el
país. Los manifestantes dicen expresar su inconformidad con el actual gobierno por la escasez de la gasolina y por la corrupción, el clima de violencia se ve acentuado por la presencia de bandas armadas que, aprovechando las circunstancias, quieren tener el dominio de zonas que les cubra y a la vez les beneficie su rol delictivo.
Hay que tener presente que, prácticamente, llevamos más de un año sin que la situación se resuelva. La última crisis ya se encuentra en su cuarta semana y, a pesar de los repetidos anuncios del Gobierno de la llegada de nuevos cargamentos de petróleo, el suministro de la gasolina no se normaliza y la
violencia continúa derivándose en saqueos, incendios de diferentes edificios y Comisarías de Policía, calles bloqueadas con neumáticos ardiendo y con barricadas de adoquines y piedras. Los manifestantes no encuentran otra manera para expresar su malestar y exigir la renuncia del Presidente, a quien la oposición culpa de la honda crisis económica que vive el país. Sin embargo, es evidente que esto perjudica mucho más la economía del país y, preferentemente, los más pobres son los más afectados pues son quienes subsisten de su trabajo diario y quienes ven acentuada la carencia de atención médica y la dificultad para conseguir alimentos y medicinas.
El transporte público, las escuelas, los hospitales, el comercio, la administración pública y privada se han paralizado por las protestas. La CIM, nuestra comunidad cercana al pueblo, tampoco pudo realizar sus actividades diarias de desplazamiento a la frontera y a las comunidades donde acompañamos a las mujeres y a los niño@ del sector. Recluidas en casa, con temor
y pendientes de las noticias, pero sufriendo también la carencia de corriente eléctrica, cobertura de internet, agua, gas y de la imposibilidad de salir a comprar, vivimos en solidaridad con el pueblo acentuando nuestra oración y confiando en la pronta solución de estos problemas.
El Presidente de la República, Jovenel Moïse, quien durante 43 días no había hecho ninguna declaración pública a pesar de la grave crisis que atraviesa este país, rompió su silencio y finalmente se dirigió a la nación expresando lo siguiente: «Tengamos el valor de rechazar las prácticas que han alimentado nuestra adversidad, mis queridos conciudadanos. Les pido una tregua histórica para iniciar las reformas institucionales, sociales y económicas esenciales para el desarrollo nacional.»
Somos conscientes de que Haití sigue sufriendo y empobreciéndose más. Sin embargo, no se pierde la esperanza al observar que la gente sonríe y espera un futuro mejor. ¡OREMOS POR HAITI PARA QUE RETORNE LA PAZ!
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