Hola amigos, soy la hermana Amelia Romo Márquez (conocida como Mellis), soy
Misionera Comboniana y realizo mi misión en el Congo en una comunidad llamada
Isiro de la provincia Oriental. Ahora me encuentro de vacaciones y he
aprovechado para celebrar mis votos
Perpetuos aquí en mi País (México). Siendo
un evento muy importante en mi vida y un
acontecimiento de Iglesia, quisiera
compartirlo con todos ustedes.
Hoy haciendo memoria algunos años atrás me parece increíble como el Señor
nuestro Dios me ha ayudado a cumplir mis sueños: ser misionera, estar en África
y ser Comboniana. Hoy 3 de agosto día de mi profesión perpetua veo en plenitud
cumplirse mi último sueño; ser completamente del Señor.
Con el corazón lleno de gratitud hacia el Padre le doy gracias a Dios por
la oportunidad que me dio de haber vivido este acontecimiento en mi Parroquia y
con los míos. Esto me ha dado la oportunidad de ser testigo de un gran apoyo brindado por la gente de mi
parroquia y una colaboración con las otras parroquias. Verdaderamente sentimos que fue un
acontecimiento de toda la Iglesia.
Como preparación a este acontecimiento, trabajamos una semana antes en
distintas Parroquias realizando la Animación Misionera (San Juan Bautista, San José,
Espíritu Santo y mi Parroquia Sangre de Cristo). De lunes a viernes visitábamos
enfermos y familias por las mañanas y por las tardes impartíamos temas para
niños y adultos. El fin de semana, tomando como centro mi parroquia, se realizo
un rosario misionero el sábado y terminamos el domingo con mi profesión
Perpetua a las 12 del día.
Ha sido una gran riqueza para mí ver el entusiasmo y la disponibilidad de
las personas para lograr dicho evento. Los días de trabajo y dedicación para su
preparación me permitieron gozar y disfrutar en plenitud este gran día.
Mi alegría enorme de sentirme completamente de Dios se engrandeció al
contemplar muchos rostros conmovidos (con
lágrimas en los ojos) por vivir una celebración tan diferente y tan bonita a
las nuestras. Las danzas, el rito de la profesión y el entusiasmo de la gente
hicieron una experiencia inolvidable y
única en cada uno de los presentes.
El día de hoy para agradecer a todos los que me han apoyado en el transcurso
de toda mi vocación y lograr ser lo que
soy hasta hoy; me viene a la mente la
imagen de una planta. Comparándome yo
misma con esa planta; doy gracias a mis
padres y a mi familia por cultivar esa tierra, con sus deseos de hacerme
conocer a Jesús. Al igual que con su cariño y el respeto de la aceptación de mi
vocación. Doy también grandemente gracias a Dios por la semilla plantada en mí, invitándome a ser testimonio de su
Reino. Doy gracias de igual manera a mi congregación “Misioneras Combonianas” por
hacer crecer esa semilla con el apoyo que me brindan para formarme, la
colaboración en la misión y
particularmente con su afecto. Finalmente quiero dar gracias a la gente de mi
misión que me ayuda a obtener la flor de la planta con su acogida, paciencia y
afecto.
Con estos sentimientos de alegría, agradecimiento y afecto, quisiera
hacerte a ti joven la invitación de no tener miedo a una donación total a Dios
por toda la vida. La misión te necesita. Necesitamos fuerzas que sean capaces
de dejar todo y dar testimonio de Jesús.
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