El Papa Francisco está en Morelia y sostiene un encuentro con miles de jóvenes de todo México en el estadio “José María Morelos y Pavón”. Este es su mensaje:
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Estadio “José María Morelos y Pavón”, Morelia
Martes 16 de febrero de 2016
Buenas tardes, a ustedes, jóvenes de México que están aquí, que están mirando por televisión, que están escuchando, y quiero enviar un saludo y una bendición a los miles de jóvenes que, en la Arquidiócesis de Guadalajara, están reunidos en la Plaza San Juan Pablo II siguiendo lo que está pasando aquí y, como ellos, tantos otros; pero, me mandaron a avisar que eran miles y miles allí, ya reunidos, escuchando. Así que somos dos estadios, la Plaza Juan Pablo de Guadalajara y nosotros aquí, y después, tantos otros por todos lados.
Yo conocía las inquietudes de ustedes, porque me habían hecho llegar el borrador de lo que más o menos iban a decir; es verdad, ¡para qué les voy a mentir! Pero a medida que hablaban también iba tomando nota de cosas que me parecían importantes para que no quedaran en el aire....
Les cuento que cuando llegué a esta tierra fui recibido con una calurosa bienvenida, y pude constatar ahí mismo algo que sabía desde hace tiempo: la vitalidad, la alegría, el espíritu festivo del Pueblo mexicano. «Ahorita»..., después de escucharlos, pero especialmente después de verlos, constato nuevamente otra certeza, algo que le dije al Presidente de la Nación en mi primer saludo. Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven, son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra. ¡Cuidado! no dije la esperanza de esta tierra, dije: «Su riqueza».
La montaña puede tener minerales ricos que van a servir para el progreso de la humanidad, es su riqueza, pero esa riqueza hay que transformarla en esperanza con el trabajo, como hacen los mineros cuando van sacando esos minerales. Ustedes son la riqueza, hay que transformarla en esperanza. Y Daniela, al final, echó un desafío y, además, también nos dio la pista sobre la esperanza. Pero todos los que hablaron, cuando marcaban las dificultades, las cosas que pasaban, afirmaban una verdad muy grande: que «todos podemos vivir, pero no podemos vivir sin esperanza». Sentir el mañana, no podemos sentir el mañana si uno primero no logra valorarse, no logra sentir que su vida, sus manos, su historia, vale la pena. Sentir eso que Alberto decía, que «con mis manos, con mi corazón y con mi mente puedo construir esperanza». Si yo no siento eso la esperanza no podrá entrar en mi corazón. La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido, y para eso es necesario el ejercicio de empezar «por casa», empezar por sí mismo. No todo está perdido. No estoy perdido, yo valgo, yo valgo mucho. Les pido silencio ahora, cada uno se contesta en su corazón: ¿Es verdad que no todo está perdido? ¿Yo estoy perdido o estoy perdida? ¿Yo valgo? ¿Valgo poco, valgo mucho? La principal amenaza a la esperanza son los discursos que te desvalorizan, te van como chupando el valor y terminás como caído, ¿no es cierto?, como arrugado, con el corazón triste. Discursos que te hacen sentir de segunda, si no de cuarta. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que no le importás a nadie o que estás dejado de lado. Esa es la gran dificultad para la esperanza: cuando en una familia o en una sociedad o en una escuela o en un grupo de amigos te hacen sentir que no les importás. Y eso es duro es doloroso, pero eso sucede, ¿o no sucede? ¿Sí o no? [Responden: «Sí»] ¡Sí, sucede! Eso mata, eso nos aniquila y esa es la puerta de ingreso para tanto dolor. Pero también hay otra principal amenaza a la esperanza –a la esperanza de que esa riqueza, que son ustedes, crezca y dé su fruto– y es hacerte creer que empezás a ser valioso cuando te disfrazás de ropas, marcas del último grito de la moda, o cuando te volvés prestigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor y eso tu corazón lo intuye. La esperanza está amordazada por lo que te hacen creer, no te la dejan surgir. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que por tener un gran «carro» sos feliz. ¿Es verdad esto, que por tener un gran carro sos feliz? [Responden: «No»].
Ustedes son la riqueza de México, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Permítanme que les diga una frase de mi tierra: «No les estoy sobando el lomo». No los estoy adulando. Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno –Alberto, lo expresaste claramente–, posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que después terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se los usa para fines mezquinos, seduciéndolos con promesas que al final no son reales, son pompas de jabón. Y es difícil sentirse ricos así. La riqueza la llevan adentro y la esperanza la llevan adentro; pero no es fácil, por todo esto que les estoy diciendo, que es lo que dijeron ustedes: faltan oportunidades de trabajo y de estudio –dijo Roberto y Alberto–. Leer mas...
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