Este año las obras del proyecto de “Madre Tierra” están procediendo a pasos agigantados. En el mes de febrero y marzo
hemos sido bendecidas con la presencia y colaboración del “Grimm”, una ONG de voluntarios provenientes de Italia. Fueron en dos grupos en tiempos diversos y han trabajado junto con la gente de aquí. Poco a poco se han transformado en un grupo internacional, de hecho los italianos y locales, aprenden algo del idioma del otro. Los mismos voluntarios del Grimm vivían la experiencia de la internacionalidad, debido a que entre ellos hay un voluntario de origen chino que también él enseña su idioma.
hemos sido bendecidas con la presencia y colaboración del “Grimm”, una ONG de voluntarios provenientes de Italia. Fueron en dos grupos en tiempos diversos y han trabajado junto con la gente de aquí. Poco a poco se han transformado en un grupo internacional, de hecho los italianos y locales, aprenden algo del idioma del otro. Los mismos voluntarios del Grimm vivían la experiencia de la internacionalidad, debido a que entre ellos hay un voluntario de origen chino que también él enseña su idioma.
La mediación de los voluntarios chinos ha sido crucial en la construcción de la torre de acero para el depósito de agua. La torre fue saldada en la tierra por el primer grupo de voluntarios pero hubo necesidad de una grua para levantarla. Obtener esto en Mongu era una empresa casi imposible en Mongu. Las hermanas habían contactado con una empresa china que construyen la carretera Kalabo-Mongu y que poseen una grúa pero no obtuvieron mucha ayuda. Gracias a la intervención de Cici y Lu, la sociedad de construcción china no solo prestó la grúa sino que hizo el trabajo de levantar la torre sin cobrar nada y poniendo del propio material. Los milagros se realizan cuando se es capaz de arriesgar!
El techo de la fábrica de la moringa y el techo de la casa, fueron terminados por los voluntarios del Grimm con un trabajo de mucha calidad.
Estamos muy agradecidas a ellos que dejando sus familias, tierra, comodidades y seguridad han trabajado para dar un “impulso” a “Madre tierra”. Nos sentimos edificadas con su testimonio de vida, la interacción que existe entre ellos, con los trabajadores y las hermanas.
Les ofrecemos una disculpa por las tensiones que en momentos se crearon, las condiciones de alojamiento, alimentación, etc. No obstante eso les admiramos por haberse adaptado con mucha generosidad. Las Hermanas Misioneras Combonianas aprecian la presencia de cada uno. El compartir ideas, orar juntos, compartir experiencias de fe fue una gran riqueza. Estamos convencidas que desde el cielo Don Serafin, fundador de GRIMM es feliz por este proyecto y continua a bendecir aquellos que llevan adelante el trabajo por el iniciado
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