Nos escribe la hermana Daniela Maccari misionera Comboniana desde Ecuador, narrando su experiencia durante el terremoto cuyo epicentro fue la Isla de Muisne donde las hermanas tenían una comunidad.
Debía ser una fiesta que había sido preparada con una semana de intensa animación misionera de parte de 12 combonianas, hermanas y novicias que habían visitado tantísimas familias de las diversas comunidades de la parroquia y colegios. De mi parte había hecho varias entrevistas a personas ancianas que han conocido y trabajado con las misioneras combonianas y otros misioneros durante estos 50 años de presencia (1966-2016).
Muisne es una isla en el Pacifico un poco lejana del continente. Se llega en pocos minutos con una barca de motor. Bastó una onda del océano un poco más alta para hacer casi desaparecer este pequeño pedazo de tierra ya que es una planicie de pocos km cuadrados y con una población de 7000 habitantes.
Muisne estaba preparada para celebrar la fiesta de los 50 años de presencia de las Misioneras Combonianas y al mismo tiempo la retirada de ellas de esta misión que les causaba tristeza.
Era casi la hora de la vigilia de oración, la hermana Sara preparaba la iglesia para tocar la primera campana. Por la mañana habían llegado jóvenes de diversas comunidades y habían vivido una jornada de reflexiones, dinámicas, oración y juegos, animados por dos novicias combonianas: Annarosa y Lulú.
A las 6.58 p.m. todo parecía caerme encima, estaba oscuro. Las hermanas se encontraban en el comedor durante la cena y yo me había ido a mi habitación, en casa de los sacerdotes donde me habían hospedado aquellos días. Éramos justo el epicentro de un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, que parecía no terminar.
Fue impresionante como en 15 o 20 minutos se evacuó la isla. Todas las barcas trasladaron la gente al otro lado del continente y de ahí con bicicletas, autobús y todo aquello que se encontraba. Seis de nosotras nos fuimos al Salto uno de los tres puntos más altos de la zona pues el temor de la gente es que sucediera un tsunami y que gracias a Dios no llegó.
La noche fue larguísima, estábamos con varias familias en un campo y cuatro veces hemos saltado por las réplicas. Luego empezó a llover y entonces todos nos metimos bajo un techo. Otras hermanas con los jóvenes y tanta gente llenaron la capilla de Guadalupe en Pueblo Nuevo donde, el domingo por la mañana el obispo Mons. Arellano había celebrado una Eucaristía con un agradecimiento a las misioneras combonianas por su presencia y labor en esa misión. Toda la fiesta preparada hacía semanas (danzas, cantos, eventos…) se fue al mar…
Regresamos a la isla para recoger nuestras cosas y en fin todo estaba bajo escombros. Se dice que cerca de 800 casas se cayeron.
La hermana Irene Pinedo aquel domingo, había decidido no regresar a Esmeraldas con nosotras y se había quedado en Pueblo Libre. Una verdadera inspiración, una puerta abierta para regresar a aquel lugar.
Las tensiones continuaron por las numerosas replicas y… las dificultades empiezan a surgir en los albergues, campamentos y por el sufrimiento de tantas perdidas de bienes y de personas. En comparación a la destrucción de otras zonas y ciudades, Muisne no obstante que fue el epicentro, se destruyó menos pero lo poco que había era lo que la gente con tanto esfuerzo había construido y ahora se había esfumado.
Un saludo a todos y recuerden a este pueblo y su gente en la oración que está viviendo momentos muy difíciles.
Hna. Daniela Maccari.
Debía ser una fiesta que había sido preparada con una semana de intensa animación misionera de parte de 12 combonianas, hermanas y novicias que habían visitado tantísimas familias de las diversas comunidades de la parroquia y colegios. De mi parte había hecho varias entrevistas a personas ancianas que han conocido y trabajado con las misioneras combonianas y otros misioneros durante estos 50 años de presencia (1966-2016).
Muisne es una isla en el Pacifico un poco lejana del continente. Se llega en pocos minutos con una barca de motor. Bastó una onda del océano un poco más alta para hacer casi desaparecer este pequeño pedazo de tierra ya que es una planicie de pocos km cuadrados y con una población de 7000 habitantes.
Muisne estaba preparada para celebrar la fiesta de los 50 años de presencia de las Misioneras Combonianas y al mismo tiempo la retirada de ellas de esta misión que les causaba tristeza.
Era casi la hora de la vigilia de oración, la hermana Sara preparaba la iglesia para tocar la primera campana. Por la mañana habían llegado jóvenes de diversas comunidades y habían vivido una jornada de reflexiones, dinámicas, oración y juegos, animados por dos novicias combonianas: Annarosa y Lulú.
A las 6.58 p.m. todo parecía caerme encima, estaba oscuro. Las hermanas se encontraban en el comedor durante la cena y yo me había ido a mi habitación, en casa de los sacerdotes donde me habían hospedado aquellos días. Éramos justo el epicentro de un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, que parecía no terminar.
Fue impresionante como en 15 o 20 minutos se evacuó la isla. Todas las barcas trasladaron la gente al otro lado del continente y de ahí con bicicletas, autobús y todo aquello que se encontraba. Seis de nosotras nos fuimos al Salto uno de los tres puntos más altos de la zona pues el temor de la gente es que sucediera un tsunami y que gracias a Dios no llegó.
La noche fue larguísima, estábamos con varias familias en un campo y cuatro veces hemos saltado por las réplicas. Luego empezó a llover y entonces todos nos metimos bajo un techo. Otras hermanas con los jóvenes y tanta gente llenaron la capilla de Guadalupe en Pueblo Nuevo donde, el domingo por la mañana el obispo Mons. Arellano había celebrado una Eucaristía con un agradecimiento a las misioneras combonianas por su presencia y labor en esa misión. Toda la fiesta preparada hacía semanas (danzas, cantos, eventos…) se fue al mar…
Regresamos a la isla para recoger nuestras cosas y en fin todo estaba bajo escombros. Se dice que cerca de 800 casas se cayeron.
La hermana Irene Pinedo aquel domingo, había decidido no regresar a Esmeraldas con nosotras y se había quedado en Pueblo Libre. Una verdadera inspiración, una puerta abierta para regresar a aquel lugar.
Las tensiones continuaron por las numerosas replicas y… las dificultades empiezan a surgir en los albergues, campamentos y por el sufrimiento de tantas perdidas de bienes y de personas. En comparación a la destrucción de otras zonas y ciudades, Muisne no obstante que fue el epicentro, se destruyó menos pero lo poco que había era lo que la gente con tanto esfuerzo había construido y ahora se había esfumado.
Un saludo a todos y recuerden a este pueblo y su gente en la oración que está viviendo momentos muy difíciles.
Hna. Daniela Maccari.
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