jueves, 12 de mayo de 2016

MISERICORDIA EN EL SUR

(Del Eco Católico de Costa Rica)
 
Sin importar raza, nacionalidad o condición, desde el pasado 15 de abril, la zona sur de nuestro país es testigo de cómo se pone en práctica el Evangelio.

Gerardo Mora Pana
gmora@ecocatolico.org
 
“No vinimos para vivir así”… ese es el clamor de cientos de africanos (la cifra no es clara, pueden ser 300 o 500) que llegaron a la frontera sur de Costa Rica hace pocos días.
No es para vivir en la calle. No es para que les regalen comida. No es para tener una batería de letrinas alrededor día y noche. No es para llevar sol, ni para no poder bañarse.
Pero, ¡tampoco vinieron para regresar a sus países de donde escapan de la guerra, de la pobreza, de la muerte!

Su situación se agrava, digamos en términos de legalidad, porque no tienen documentos, no son fácilmente identificables. Esta condición les expone a una condición de vida en el “limbo”.
El Gobierno de Costa Rica ha sido claro en que el camino que sigue para ellos es la deportación, por ello ha buscado soluciones, según fuentes oficiales, para mientras identifican a estas personas, ubicarlos en “centros de atención humanitaria básica y de control sanitario”.
Los migrantes extracontinentales, como se les llama, no quieren ese camino. No quieren devolverse de donde vinieron…
 
¡Rostro de Jesús!

Para el sacerdote Fray Andrés Antonio Ortiz Martínez, franciscano de Cristo Obrero, la crisis que inició el 15 de abril, cuando los migrantes pasaban a suelo costarricense y fueron detenidos por la Fuerza Pública para impedirles el paso, tiene el rostro de Jesús.
“En ese sentido, nosotros lo que estamos haciendo es poner en práctica el Evangelio… ‘tuve hambre y me diste de comer’, ‘tuve sed y me diste de beber’… yo no me fijo si es gente indocumentada, ni en su situación migratoria… me interesa que estas personas puedan tener las necesidades básicas de alimentación y otras condiciones”.
El presbítero es cura párroco en la comunidad de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Agua Buena. Les separan de la zona de crisis 45 minutos… porque el ser cristiano impide cualquier otra barrera.

Ya lo decía el Papa Francisco en su visita a Lesbos el pasado sábado 16 de abril: “Para mí todos los refugiados son hijos de Dios”, ante el gesto que tuvo de llevar al Vaticano 12 refugiados sirios… es decir, no importa credo, raza, condición social…

“El lunes fuimos (18 de abril)… la gente nos pedía agua, protector solar, papel higiénico, toallas sanitarias, pañales, cremas para la piel… la gente de la parroquia ha venido a dar su contribución”, comenta con alegría el sacerdote.

 
Alimentos como arroz, frijoles, productos no perecederos… todo ayuda a esta causa de humanidad.
Al día jueves 21 de abril ya la Parroquia de Agua Buena había repartido 800 almuerzos. Aunque parece insuficiente, la Beata Madre Teresa diría que con una sola gota el mar deja de ser el mismo. Misma acción y palabra que Francisco replicó días antes a miles de kilómetros de distancia, donde de nuevo, Cristo se hacía presente por medio de su Iglesia.

El tema de la migración es un tema que no tiene color, no es exclusivo de una región ni siquiera es por una religión o condición social.
Las hermanas religiosas de Cristo Rey están en la puerta de Canoas, ellas también están ayudando de la mano con la comunidad parroquial de Santa Marta en Ciudad Neily.
 

“Pareciera que esto puede pasar como en Europa. Hablamos de grandes dimensiones de población. En este lado, cubanos y africanos nos buscan como puente para llegar a Estados Unidos, ellos no desean quedarse aquí”, dice Fray Andrés.

Por su lado, el gobierno en su sitio de información oficial www.gobierno.cr afirma que está abocado a definir “todo el proceso de implementación de los sitios adecuados, para ubicar el centro de detención temporal y el centro de atención temporal que se van a instalar, para iniciar los procesos de deportación”.
El propio jueves 21, los africanos no quisieron trasladarse a estos sitios, que en primera instancia era para cerca de 25 niños con sus padres y cerca de 40 mujeres embarazadas con sus parejas. Ellos alegan que están juntos en la causa.
Según el gobierno, en el centro de detención temporal serán trasladadas las personas migrantes irregulares adultas interceptadas en territorio nacional, bajo la administración de la Dirección General de Migración para iniciar el proceso de deportación, de acuerdo con las leyes vigentes. Se afirma que estos centros tendrán “las condiciones para garantizar la dignidad y derechos humanos de las personas migrantes y contará con espacios separados para hombres y mujeres”.

El cura párroco de Agua Buena está preocupado porque afirma que esto es apenas el inicio de una situación que traerá a más gente a vivir estas condiciones. “Vienen de muchos países, ellos quieren llegar a Estados Unidos. Me decían muchos de ellos que agradecen el buen trato que se les ha dado, la solidaridad, que si hay trabajo para ellos, se quedarían aquí, pero que han hecho mucho esfuerzo y sacrificio para salir de África, huyendo del hambre y la guerra y que no quieren volver a esas condiciones”.
 
Llamado a hombres y mujeres de buena voluntad


Desde el martes 19 de abril, en Consejo Presbiteral, el Obispo con sus sacerdotes más cercanos en la Diócesis de San Isidro, trataron el tema de los migrantes extracontinentales.
El Padre Edgar Orozco, Vicario General, afirmó que desde un inicio, e incluso, cuando se dio la situación con los cubanos el año anterior, siempre ha habido anuencia para ayudar. Incluso de parte de la diócesis hubo ofrecimiento de dos lugares para albergar a los africanos.
Desde luego comprenden la situación que el gobierno está analizando, por la condición de falta de documentos e identificación de los africanos.

“Es una situación preocupante, queremos dar vías y alternativas de solución, las hemos ofrecido. Estamos en el Año de la Misericordia, y lamentablemente vivimos una situación inédita con estas personas, pero estamos dispuestos a abrir puertas y corazones”, destacó el Pbro. Orozco.

El lunes 25 de abril, Monseñor Fray Gabriel Enrique Montero, llegó a la Parroquia de Santa Marta de Ciudad Neily donde vio cara a cara este drama humano (Amplio informe en la próxima edición de Eco Católico).
Como lo han afirmado los sacerdotes, el Obispo ha sido claro en que la Iglesia abre sus puertas para buscar soluciones.

“Hacemos un llamado a la conciencia, y en especial a los cristianos, y a todo hombre y mujer de buena voluntad, para que estemos dispuestos a ayudar”, destacó.
El prelado manifestó su apertura a las soluciones que el gobierno está buscando con autoridades internacionales, para también ponerse a disposición como Iglesia.
“Hago un llamado a todos los cristianos de la Diócesis a que tengamos el corazón abierto a esos hermanos y hermanas que están en nuestro territorio. Es un deber el que tenemos de ayudar”.
 
 

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