sábado, 27 de agosto de 2016

SU TESORO ES DIOS. DOS JOVENES COSTARRICENSES INICIAN SU PROCESO FORMATIVO CON LAS HERMANAS MISIONERAS COMBONIANAS


Yancy y María Jesús viajaron el 3 de agosto a México. Inician el proceso de Postulantado el
22 de este mes.



¿Qué hace a dos jóvenes profesionales con éxito en sus trabajos y estudios, dejar todo: su comodidad, su familia

Gerardo Mora Pana
gmora@ecocatolico.org

Hace pocos días en la misa dominical el Evangelio nos decía: “donde está su tesoro, ahí estará su corazón”. Dos jóvenes responden al Evangelio aunque sea poco comprendido para la sociedad. La elección que han madurado en los últimos años, desde el 3 de agosto pasado marcó un antes y un después en sus vidas.

Yancy Salas Elizondo de 26 años de edad, oriunda de Pérez Zeledón y, María Jesús Sanabria de 25, oriunda de Cartago, ingresaron al Postulantado de las Hermanas Combonianas en México, no por sus fuerzas, sino porque están confiadas a la voluntad de Dios. Yancy es trabajadora social y está a punto de terminar la carrera de turismo. María Jesús es ingeniera en salud ocupacional.

Presentamos un extracto del pensamiento y el sentir de cada una, respecto a la misión, tras conversar con Eco Católico.

Ellas nos cuentan cuál es su tesoro.
Yancy: “Esto es más fuerte que yo”.  “Siempre me llamó la atención la misión, no fue algo que surgió de la noche a la mañana.  Este proceso con las Hermanas lo inicié hace tres años y comencé a enamorarme poquito a poco del carisma. Nunca pensé en ir a África, o salir, pensaba siempre en evangelizar a los que desconocían.

Ahora que estaba terminando los estudios, la gente me decía que terminara, me faltaba un semestre, pero decido irme este año por algo mayor. Esto es más fuerte que yo. Comencé con este proyecto que Dios me plantea, él está primero.
Mi mamá toma muy bien mi decisión, siempre ha sido muy espiritual. Tengo un hermano mayor y dos hermanas menores, ellas me dicen que me apoyan si esto me hace feliz.
Mi papá no está de acuerdo, pero entiende que es mi vida, no me puede retener.
En la decisión hay momentos de dudas, de miedos, se encuentran un montón de sentimientos, pero siempre surge la seguridad de querer irse, de que es la voluntad de Dios, no lo hago por mis fuerzas.
Nos han dicho que no nos hagamos expectativas. Que lo que viene es diferente. No voy a esperar nada, voy a ir caminando, que sea Dios quien vaya guiando mis pasos.

Dios puso esa semillita en nuestro corazón, no por nuestras capacidades. Es porque Dios ha puesto su mirada y quiere que lo sigamos hoy. Como jóvenes pienso que lo que hay que hacer es animarse, arriesgar, muchas veces nos quedamos en cosas que no valen la pena. Algo que hice fue cuestionarme, a veces uno se deja influenciar por cualquier cosa. Debemos darnos cuenta de la realidad y arriesgarnos.

Hay que dejarse ir por la fe. Lo más difícil de todo es dejar a mi mamá. Siempre ha sido mi apoyo, me ha costado desprenderme, saber que si le pasa algo no puedo hacer nada, pero, también es confiar en el Señor, ella va a estar bien. La relación con mis hermanas es muy unida, dejarlas me cuesta, con una prima somos como hermanas, inseparables.
Dios es mi todo. Es el que me llena, el que me da plenitud, me da vida, el que me regala todo lo que tengo, el que sin importar mi condición de pecadora me ama y me da de todo, es difícil poder explicar a otra persona lo que una siente.
Él me llena plenamente, me hace vivir día con día, es el que nos tiene aquí. A Dios le digo, sin usted no puedo hacer nada, nno vivo. Es algo muy grande que uno no puede explicar”.

María Jesús: “cuando renuncio a todo, surge la paz”

“Nunca fui de estar metida en grupos de la Iglesia. Es hasta que una amiga me invita hace tres años a estar en un grupo del Perpetuo Socorro.  Ahí ayudábamos en horas santas o en ir casa por casa a evangelizar. Eso me encantó y era algo que quería hacer siempre, ya no solo los fines de semana.
Tengo mi casa, mi carro, tenía un buen salario… y empecé a ver si esto de la misión era un capricho o algo que viene de Dios. Se me dio la oportunidad de hacer una experiencia de misión en México, y ese verme vulnerable, dependiente de la voluntad de Dios me dio a entender lo que quiero.
Como ingeniera me iba bien, pero cuando renuncio a todo eso, surge una paz interior.

Soy la mayor en mi familia, tengo un hermano y una hermana. Ellos no quieren esto para mí, les duele, pero si me hace feliz me dicen que vaya adelante. Mi mamá está súper contenta, dice que ya era hora.  Mi papá, es totalmente opuesto, él estaba orgulloso de lo que era, pero igualmente sabe que es mi vida y tomo decisiones como adulta.

Como seres humanos nuestra naturaleza es razonarlo todo y eso lleva a las dudas y al miedo. Pero prefiero correr el riesgo de ir y no quedarme pensando que no lo hice, sabiendo que Dios me invita y que esto es lo que me llama a caminar por ahora.

Aquí estamos no porque las Hermanas quieren que nos hagamos religiosas. La Hermana Verónica Vásquez (orientadora vocacional) es quien nos ayuda para que descubramos el camino que Dios quiere para nosotras y en esa libertad de escoger poder ir creciendo.

San Daniel Comboni es un hombre increíble, desde el principio me cautivó cómo ve el mundo de manera distinta, desde los ojos de Jesús.  Me gusta tomar las palabras del Papa, cuando habla de desacomodarnos. Vivimos una cultura de comodidad y el Papa nos llama a salir de eso, nadar contra corriente, ahí es donde los jóvenes nos confrontamos.  Solo así podemos darle sentido a nuestra vida.
Para mí lo difícil no es lo material, eso queda en segundo plano, es la vivencia de la familia, la que siempre está ahí, es desprenderse de uno mismo, pero Dios tiene todo en sus manos.
Dios es mi razón de ser, él está en todo. Cuando una comienza a ver a Dios en todo, la vida toma un significado totalmente diferente, es mi razón de vivir

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