Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la mañana del 3 de junio, el Papa Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en la Asamblea de las Obras Misionales Pontificias (OMP), dirigiendo a todos los presentes el siguiente discurso, que publicamos de forma integral:
“Señor cardenal, venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida a todos, directores nacionales de las Obras misionales pontificias y colaboradores de la Congregación para la evangelización de los pueblos. Agradezco al cardenal Fernando Filoni las palabras que me ha dirigido. Junto a él saludo a todos los Superiores, los Secretarios Generales, los Directores Nacionales y todos vosotros aquí presentes.
Conocéis bien mi preocupación a cerca de las Obras Misionales Pontificias, reducidas, a menudo, a una organización que recoge y distribuye, en nombre del Papa, ayuda económica para las Iglesias necesitadas. Se que estáis buscando caminos nuevos y modalidades más adecuadas, más eclesiales para desarrollar vuestro servicio a la misión universal de la Iglesia. Dejémonos sostener en este proceso de reforma urgente, también por la intercesión de los Santos Carlos Luanga y compañeros, mártires de Uganda, cuya memoria litúrgica celebramos hoy.
Para renovar el ardor y la pasión, motor espiritual de la actividad apostólica de innumerables santos y mártires misioneros he acogido con mucho favor vuestra propuesta, elaborada junto con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de convocar un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre la missio ad gentes. Pediré a toda la Iglesia que dedique el mes de octubre del año 2019 a esta finalidad, porque ese año celebraremos el centenario de la Carta Apostólica Maximum illud, del Papa Benedicto XV. En ese importantísimo documento de su Magisterio sobre la misión, el Papa recuerda cuán necesaria es para la eficacia del apostolado misionero, la santidad de vida; recomienda, por tanto, una unión con Cristo cada vez mayor y una participación más convencida y alegre en su divina pasión de anunciar el Evangelio a todos, amando y siendo misericordiosos para con todos. Esto es más indispensable que nunca para la misión hoy. Los hombres y las mu jeres “con un celo y una santidad excepcional” son cada vez más necesarios para la Iglesia y para la misión. “El que predica a Dios sea hombre de Dios”, exhortaba Benedicto XV (cfr Carta ap. Maximum illud, 30 noviembre 1919: AAS XI [1919], 449).
Renovarse requiere conversión, requiere vivir la misión como una oportunidad permanente de anunciar a Cristo, de hacerlo encontrar dando testimonio y haciendo a los demás partícipes de nuestro encuentro personal con él. Deseo que vuestra asistencia espiritual y material a las Iglesias las haga que estén cada vez más fundadas en el Evangelio y en el compromiso bautismal de todos los fieles, laicos y clérigos, en la única misión de la Iglesia: aproxime el amor de Dios a todo hombre, en especial a los más necesitados de su misericordia. El Mes extraordinario de oración y reflexión sobre la misión como primera evangelización servirá para esta renovación de la fe eclesial, con el fin de que tenga siempre y obre en su corazón la Pascua de Jesucristo, único Salvador, Señor y Esposo de su Iglesia.
Que la preparación de este tiempo extraordinario dedicado al primer anuncio del Evangelio nos ayude a ser cada vez más Iglesia en misión, según las palabras del Beato Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, magna carta del compromiso misionero postconciliar. El Papa Montini escribía: «Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos, necesita saber proclamar "las grandezas de Dios" (cfr At 2,11; 1 Pt 2,9), que la han convertido al Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anu nciar el Evangelio» (n. 15).
En el espíritu del magisterio del Beato Pablo VI, deseo que la celebración de los 100 años de la Maximum illud, en el mes de octubre de 2019, sea un tiempo propicio para que la oración, el testimonio de tantos santos y mártires de la misión, la reflexión bíblica y teológica, la catequesis y la caridad misionera contribuyan a evangelizar ante todo a la Iglesia, de modo que ella, volviendo a encontrar el frescor y el ardor de su primer amor para con el Señor crucificado y resucitado, pueda evangelizar el mundo con credibilidad y eficacia evangélica
Os bendigo a todos en este día antes de la fiesta de Pentecostés. Pido a la Virgen María, Reina de los Apóstoles y Madre de la Iglesia, que os anime siempre con el testimonio de su fe y con la garantía tranquilizadora de su intercesión maternal. Que los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, los santos Mártires Carlo Lwanga y compañeros, el Beato Paolo Manna no dejen de orar a Dios por todos nosotros, sus misioneros”. (Agencia Fides 3/6/2017)
“Señor cardenal, venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida a todos, directores nacionales de las Obras misionales pontificias y colaboradores de la Congregación para la evangelización de los pueblos. Agradezco al cardenal Fernando Filoni las palabras que me ha dirigido. Junto a él saludo a todos los Superiores, los Secretarios Generales, los Directores Nacionales y todos vosotros aquí presentes.
Conocéis bien mi preocupación a cerca de las Obras Misionales Pontificias, reducidas, a menudo, a una organización que recoge y distribuye, en nombre del Papa, ayuda económica para las Iglesias necesitadas. Se que estáis buscando caminos nuevos y modalidades más adecuadas, más eclesiales para desarrollar vuestro servicio a la misión universal de la Iglesia. Dejémonos sostener en este proceso de reforma urgente, también por la intercesión de los Santos Carlos Luanga y compañeros, mártires de Uganda, cuya memoria litúrgica celebramos hoy.
Para renovar el ardor y la pasión, motor espiritual de la actividad apostólica de innumerables santos y mártires misioneros he acogido con mucho favor vuestra propuesta, elaborada junto con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de convocar un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre la missio ad gentes. Pediré a toda la Iglesia que dedique el mes de octubre del año 2019 a esta finalidad, porque ese año celebraremos el centenario de la Carta Apostólica Maximum illud, del Papa Benedicto XV. En ese importantísimo documento de su Magisterio sobre la misión, el Papa recuerda cuán necesaria es para la eficacia del apostolado misionero, la santidad de vida; recomienda, por tanto, una unión con Cristo cada vez mayor y una participación más convencida y alegre en su divina pasión de anunciar el Evangelio a todos, amando y siendo misericordiosos para con todos. Esto es más indispensable que nunca para la misión hoy. Los hombres y las mu jeres “con un celo y una santidad excepcional” son cada vez más necesarios para la Iglesia y para la misión. “El que predica a Dios sea hombre de Dios”, exhortaba Benedicto XV (cfr Carta ap. Maximum illud, 30 noviembre 1919: AAS XI [1919], 449).
Renovarse requiere conversión, requiere vivir la misión como una oportunidad permanente de anunciar a Cristo, de hacerlo encontrar dando testimonio y haciendo a los demás partícipes de nuestro encuentro personal con él. Deseo que vuestra asistencia espiritual y material a las Iglesias las haga que estén cada vez más fundadas en el Evangelio y en el compromiso bautismal de todos los fieles, laicos y clérigos, en la única misión de la Iglesia: aproxime el amor de Dios a todo hombre, en especial a los más necesitados de su misericordia. El Mes extraordinario de oración y reflexión sobre la misión como primera evangelización servirá para esta renovación de la fe eclesial, con el fin de que tenga siempre y obre en su corazón la Pascua de Jesucristo, único Salvador, Señor y Esposo de su Iglesia.
Que la preparación de este tiempo extraordinario dedicado al primer anuncio del Evangelio nos ayude a ser cada vez más Iglesia en misión, según las palabras del Beato Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, magna carta del compromiso misionero postconciliar. El Papa Montini escribía: «Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los ídolos, necesita saber proclamar "las grandezas de Dios" (cfr At 2,11; 1 Pt 2,9), que la han convertido al Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anu nciar el Evangelio» (n. 15).
En el espíritu del magisterio del Beato Pablo VI, deseo que la celebración de los 100 años de la Maximum illud, en el mes de octubre de 2019, sea un tiempo propicio para que la oración, el testimonio de tantos santos y mártires de la misión, la reflexión bíblica y teológica, la catequesis y la caridad misionera contribuyan a evangelizar ante todo a la Iglesia, de modo que ella, volviendo a encontrar el frescor y el ardor de su primer amor para con el Señor crucificado y resucitado, pueda evangelizar el mundo con credibilidad y eficacia evangélica
Os bendigo a todos en este día antes de la fiesta de Pentecostés. Pido a la Virgen María, Reina de los Apóstoles y Madre de la Iglesia, que os anime siempre con el testimonio de su fe y con la garantía tranquilizadora de su intercesión maternal. Que los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, los santos Mártires Carlo Lwanga y compañeros, el Beato Paolo Manna no dejen de orar a Dios por todos nosotros, sus misioneros”. (Agencia Fides 3/6/2017)
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