domingo, 31 de mayo de 2020

EN PENTECOSTES SE RENUEVA LA CONCIENCIA DE QUE EL ESPIRITU SANTO HABITA EN NOSOTROS

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“La fiesta de Pentecostés renueva la conciencia de que la presencia vivificante del Espíritu Santo habita en nosotros”, dijo el Papa Francisco en la alocución previa al Regina Coeli. Y nos da la valentía de salir de los muros protectores de nuestros "cenáculos", sin descansar en la vida tranquila o encerrarnos en hábitos o costumbres, estériles.

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco en su alocución previa al Regina Coeli, nos recuerda que esta celebración de hoy, la Solemnidad del Pentecostés, memoria de la efusión del Espíritu Santo sobre la primera comunidad cristiana, es la fiesta que renueva la conciencia de la presencia vivificante del Espíritu Santo, que habita en nosotros.

El Espíritu Santo nos da la valentía de salir de los muros protectores de nuestros "cenáculos", sin descansar en la vida tranquila o encerrarnos en hábitos o costumbres, estériles.  Es la misión de cada uno de nosotros. El Papa le pidió a la Virgen María, “protagonista con la primera Comunidad de la admirable experiencia de Pentecostés”, que obtenga para la Iglesia el ardiente espíritu misionero. 

Paz a ustedes
Jesús resucitado se le aparece a los discípulos, en el Cenáculo, y les dijo: Paz a ustedes. Palabras que expresan el perdón concedido a los apóstoles que lo habían abandonado.

“Son palabras de reconciliación y perdón. Jesús ofrece su paz precisamente a estos discípulos que tienen miedo, que les cuesta creer lo que han visto, es decir, la tumba vacía, y que subestiman el testimonio de María de Magdala y otras mujeres. Jesús perdona y ofrece su paz a sus amigos”.

Perdonando a sus discípulos y reunirlos en torno a él, Jesús los hace su Iglesia: una comunidad reconciliada y lista para la misión. Los convierte en valientes testigos. Los Apóstoles son enviados a prolongar la misma misión que el Padre ha confiado a Jesús. Es hora de activarse, de ir en misión, no es hora de quedarse encerrado, ni de arrepentirse de los "buenos momentos" pasados con el Maestro, dijo el Papa.

Fortalecer nuestra fe
Durante los domingos de Pascua escuchamos primero este mismo episodio, añadió Francisco, luego el encuentro con los discípulos de Emaús, luego el del Buen Pastor, los discursos de despedida y la promesa del Espíritu Santo: todo está orientado a fortalecer la fe de los discípulos - y también la nuestra – ante la misión.

Y Jesús para animar la misión, les entrega a los Apóstoles su Espíritu: "Sopló sobre ellos y dijo: "Recibid el Espíritu Santo"". El Espíritu Santo es fuego que quema los pecados y crea hombres y mujeres nuevos; es fuego de amor con el que los discípulos pueden "incendiar el mundo", ese amor de ternura que prefiere a los pequeños, a los pobres, a los excluidos, recordó por último el Pontífice, y dijo que en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación hemos recibido el Espíritu Santo con sus dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, conocimiento, piedad, temor de Dios. Pero este último don, afirmó Francisco, es lo contrario del miedo que antes paralizaba a los discípulos: es el amor al Señor, es la certeza de su misericordia y bondad, es la confianza de que podemos avanzar en la dirección indicada por él, sin perder nunca su presencia y su apoyo.


Oración de San Juan Pablo II para invocar al Espíritu Santo

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo de nuestra vida y prepara nuestro espíritu para vivirla con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.

Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia
Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia y a las familias con la fuerza de tus santos dones para llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia y de las Familias, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los padres de familia, los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor
Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.  Amen.

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